Mamá, quiero ponerme un piercing

Esa edad en que tus padres te parecen los mas “Carrozas” del Mundo.
Esa edad en que lo sabes todo y lo quieres todo.
Esa edad en que lo que dicen tus amigas “Va a Misa”.

<<Bienvenidos a la adolescencia>>

Era un Sábado por la tarde, estaba yo en mi tienda cuando entró por la puerta mi hija con sus amigas. Por aquel entonces ella tendría unos 14 años.

-Hola mami.

-Hola guapa.  Mejor dicho, guapas.

-¿Que tal va la tarde?

-Pues la verdad, mas aburrida que una Ostra.

-Aaaaa…

-¿Y vosotras, de paseo?

-Bueeenooo… Dando una vuelta.

-Pues muy bien.

-Pues esto, ejem, jeje.

Habia algo en su semblante que me hizo estar alerta.
Tenía esa típica carita dulce e inocente de no haber roto un plato en su vida que ponen, cuando quieren pedirte algo, normalmente dinero, o que les dejes volver mas tarde, o ir a algún sitio, vete tu a saber.

Algo tramaba, eso era seguro. Se le notaba a cuatro leguas.
Sus amigas la rodeaban, formando un semicirculo y no dejaban de mirarla, ni de morderse las uñas, todo hay que decirlo.

-Aaaa… Pues muy bien.

-Mamá. ¿Me dejas ponerme un piercing ?

(Eeiee. Cuidadín. ¿He oido bien? ¿Ha dicho piercing? )

El semicirculo de las amigas se convirtió casi en un circulo. Noté todas sus miradas en demí. Esto era un complot en toda regla.

La experiencia me ha enseñado que en esos momentos tengo que ser cautelosa, ya que se sienten respaldadas al pensar que por tener espectadores accederé a cualquier cosa, por no hacerla quedar mal.

-¿Cómo dices?

-Pues eso. Que si puedo ponerme un piercing.

La entendí a la primera, pero era para ganar tiempo.

-No te había entendido. ¿Y eso? ¿A santo de qué?

(Que raro que se quiera poner un pircing. Con lo “cagarri” que es.)

-Me gusta.

-¿No será en la boca, supongo? Con la ortodoncia ya llevas suficiente metal. Ajajaja…

-Mamá!!!

-Que.

-En la oreja!!

-Aaaaa… En la orejaaaaa…

Todas mis amigas llevan un piercing.

-Aaaaa…

Me giré para observar a sus amigas.
Eran todas idénticas. Con sus manoletinas, la cazadora de marca, el colgante del oso de Tous y como no, sus ridículos flequillos. Parecían clonadas del mismo molde.

De repente, al saberse observadas se llevaron la mano al cabello, y empezaron a acariciarlo y ensortijarlo con los dedos,  tapando de esta forma lo que asomase de sus orejas, la prueba del delito.

tatuajes

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-Los ponen en la Farmacia.

-Aaaaa…

-No creas que es por ahí, en cualquier sitio.

-No, claro, claro.

-Venga, porfa…

(Vaya tarde mas divertida. Jajaja…Me parto de risa… De que NO.)

-Porfa,  que.

-Di que si, di que si, di que..

-Quesi, quesi, quesi.

-¿Que?

-No se. Has dicho que diga eso.

-¿Que dices mamá?

-¿No has dicho que diga quesi, quesi?

El circulo de amigas se volvió a estrechar. Mi hija las miró de reojo y se puso mas roja que un tomate.

-Va mamí, porfa. Di que si.

(Esto no esta pasando. Pero si le tiene miedo hasta a su propia sombra!!  No)

-Si.

-¿Si?

-Si.

-¿Siiiii??? ¿Has dicho que si?

(¿He dicho que si?)

Ha dicho que si, murmuraban sus amigas, mirandose unas a las otras.

-Eso he dicho.

-Bieeennnn !!

-Vale 5€. Pendiente de Plata incluido.

-Ah, pues no es caro. Aunque Plata, llevará poca.

Abrí el cajón, saqué el billete y se lo dí. Lo cogió al vuelo, me dió un beso y se fué tan pancha, rodeada de sus asombradas amigas, que le decían:

Que way es tu madre. Que moderna.”

No habrían pasado ni diez minutos, cuando entraron de nuevo mi hija y sus compinches.

-¿Ya? Pregunté yo sorprendida.

-No, aún no. Es que me ha dicho la chica que necesito una autorización tuya,  porque soy menor.

-Aaaaa…

-¿Me la haces?

-Claro. ¿Te ha dado algun documento especial?

-Pues no ¿Y ahora que?

Cogí una libreta del estante, arranqué una hoja y empecé a escribir:

“Yo,Fulanita de Tal, autorizo a mi hija Tal, a que se ponga un piercing en la oreja.

Firmado:  … “

-Toma. Dale esto.

-¿Este papel me valdrá?

-Claro mujer. Vale y sobra.

-Graciassss…Adiosss…

Salió corriendo como un rayo, seguida de sus clones.

La tarde se animó pues empezaron a entrar clientes. Estaba atendiendo a una señora cuando mi hija volvió, esta vez  ya sin la compañía de sus fieles amigas. Cuando la tienda quedó sin gente volví hacia el mostrador, me giré hacia ella y le pregunté:

-¿No me enseñas el piercing?

-No me lo he puesto.

-¿No te ha valido el justificante?

-No lo he enseñado. No me he atrevido.

-Mujer… Se que no he hecho buena letra, pero como tenías tanta prisa…

-No me he atrevido a ponermelo. Me ha dado miedo.

-Aaaaa…

-Sabias que no me lo iba a poner, por eso me has dejado.

-Lo intuía. Aunque me la he jugado.

-Buffff…

-Siempre habrá tiempo de ponértelo y cuando llegue ese momento en que lo tengas claro, podremos ir juntas. Independientemente de lo que piensen, hagan y digan tus amigas.

-Vale. Si, mejor.

Cogí mi bolso. Fui apagando todas las luces de la tienda. Ya era hora de cerrar.
De camino hacia casa, le pasé mi brazo por los hombros y la atraje hacia mi.

-Por cierto…

-Que

-Ya sería hora de que te deshicieses de ese horroroso flequillo que llevas.

-Mamaaaaa !!

-Ajajajaja.

 

fotomontajes amparoperezortolá

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